La dislalia infantil es un trastorno de la articulación de los fonemas, puede ser por ausencia, alteración o sustitución de algunos sonidos del habla de forma improcedente. Es decir, es la incapacidad para pronunciar o formar correctamente un fonema o un grupo de fonemas. Cuando esto sucede en diferentes fonemas el habla de puede volver ininteligible, por las desfiguraciones verbales que utiliza constantemente.
Los niños y las niñas aprenden de forma innata a articular los diferentes sonidos del habla de la lengua materna, es decir, aprender a colocar los órganos bucofonatorios de manera que imiten cada uno de los sonidos que componen las diferentes palabras que están aprendiendo. Estos sonidos, llamados fonemas se aprenden a diferentes edades, empezando por los que tienen una menor complejidad a la hora de colocar los órganos bucofonatorios e ir aumentando ésta.
Aunque los balbuceos y primeras palabras aparecen en el primer año, no se considera adquirido y generalizado el aprendizaje de los primeros fonemas hasta los 2 años- 2 años y 6 meses, en los que los primeros que se aprenden son los fonemas oclusivos y bilabiales /p/, /t/, /k/, /b/ y /m/, muy frecuentes en el vocabulario de las primeras palabras infantiles como “mamá, papá, bebé, pipi, tata, caca…”. A los 2 años y 6 meses y hasta los 3 los siguen los fonemas oclusivos y nasales /g/, /n/, /j/ y /ñ/.
Después a los 3 años se aprenden los fonemas fricativos /f/, /y/ y /ch/. A los 3 años y 6 meses se aprenden el oclusivo /d/ y el lateral /l/. Posteriormente, a los 4 años empieza a aparecer el fonema /s/ y los grupos consonánticos con /l/, es decir, /pl/, /bl/, /fl/, cl/, gl/, /tl/. A los 4 años y 6 meses se aprende la vibrante simple /r/ y los grupos consonánticos con /r/, como son, /dr/, /cr/, /br/, /fr/ y /gr/. Y, finalmente a los 5 años, aparece la vibrante múltiple /r/.
Aunque hay un calendario de adquisición, es cierto que éste puede variar en diferentes niños un periodo de tiempo aproximado. Por otro lado, si hay un desfase considerado, es el momento de acudir a un profesional del habla y del lenguaje como es un logopeda para que se haga una valoración sobre qué necesidades presenta el infante y si precisa o no una proceso reeducativo o que debe ser el tratamiento a seguir.
La dislalia es el principal motivo de referencia para muchos logopedas, sobre todo en pacientes de edades comprendidas entre los 4 y los 10 años. Las causas de estos errores pueden ser variadas: una dificultad práxica en la precisión, en la combinación o en la secuenciación de los movimientos articulatorios, es decir, que a nivel de las estructuras orofaciales (labios, lengua, velo del paladar, etc.) exista una dificultad para llevar a cabo estos fonemas.
Además, la dislalia también puede ser causada por una dificultad discriminativa de los patrones fonológicos o de los sonidos que caracterizan los fonemas y los diferencian entre sí, es decir, que el niño tenga una dificultad a la hora de captar exactamente el sonido de cada fonema y diferenciarlo del resto de sonidos. O también pueden deberse a un trastorno afectivo o emocional, principalmente caracterizado por la presencia de una actitud propia de un niño más pequeño, es decir, infantilizar el habla debido a patrones de comportamiento infantiles en el resto del áreas.
Cuando se detecta una dificultad a nivel articulatorio por parte del infante, o bien por los padres o bien desde el colegio, es necesario acudir al logopeda para que, en primer lugar, haga una exhaustiva evaluación del niño, identificando cual es la causa de la dislalia. Y, en consecuencia, diseñe un programa de tratamiento individualizado a las necesidades que presenta el niño, teniendo en cuenta las habilidades que tiene preservadas, sus puntos fuertes y débiles y sus intereses.
Por otro lado, la familia es parte activa en el proceso de intervención ya que son los que más horas pasan con el pequeño. Por ello, la/el terapeuta es el encargado de proporcionar a los padres pautas de actuación y posibles ejercicios que se pueden hacer en el contexto del hogar.