El Trastorno del Desarrollo del Lenguaje ( antes conocido como TEL o Disfasia) es una alteración en la adquisición del lenguaje que persiste durante toda la vida de la persona. La prevalencia de ese trastorno en la población escolar es del 2%.
Este trastorno puede afectar a diferentes componentes del lenguaje (fonología, morfosintaxis, semántica y/o pragmática). De ahí que las personas con Trastorno del Desarrollo del Lenguaje tengan perfiles heterogéneos y no encontremos dos casos iguales. Además, estas personas presentan también dificultades en el procesamiento del lenguaje y la memoria.
Para realizar el diagnóstico de Trastorno del Desarrollo del Lenguaje es necesario que el niño evaluado presente un retraso en el lenguaje de un año respecto a su edad cronológica, es decir, las competencias lingüísticas estén por debajo del resto de capacidades cognitivas. Presentando una capacidad cognitiva dentro de la normalidad ni déficits sensoriales o motóricos.
Estas dificultades lingüísticas pueden ser causa de fracaso escolar y, con frecuencia, también de problemas de integración social. El aprendizaje de la lectoescritura puede estar comprometido, aunque con severidad variable.
A pesar de la variabilidad de las personas con TDL, hay características comunes:
- Retraso en la adquisición del lenguaje.
- Lentitud del desarrollo ligüístico, suelen presentar un habla inteligible y utilizan una sintaxis simplificada.
- Vocabulario pobre y reducido, dificultad para relacionar significados
- Dificultades para mantener conversaciones, el discurso suele ser desestructurado
En la escuela, estos niños son los que sus compañeros no «les buscan» y sus habilidades en la lectura y la escritura, la comprensión auditiva o la expresión oral les impiden seguir el ritmo de los aprendizajes como en el resto de niños de su edad.
En el Trastorno del Desarrollo del Lenguaje (TDL) su progreso o mejora dependerá del grado de alteración así como de la precocidad de su diagnóstico e intervención específica desde la logopedia.